Hay viajes de los que regresas reconociendo lo mucho que has aprendido cuando has ido a enseñar. De alumnos de escuelas de Hostelería, de su entusiasmo por la cocina, de profesionales culinarios del otro lado del Atlántico, de sus productos… de la enriquecedora experiencia humana y del descubrimiento de otros mundos culinarios.
Fuimos a Colombia a enseñar la cocina de Boroa, nuestra tradición, a la escuela Institución Universitaria Colegio Mayor Antioquía, en Medellín. Una centro con el que mantenemos una intensa relación, acogiendo a sus alumnos en nuestro restaurante.
Ofrecimos una ponencia en la escuela bajo el título “Influencia de los productos de ultramar en la cocina española y vasca” en el contexto del Congreso Panamericano de Escuelas de Hostelería y Turismo, que marca las lineas formativas a seguir y el bagaje y valores que tendrán sus alumnos cuando salgan al mercado laboral.
Fue muy interesante hablar de esos productos suyos, de América, que llegaron aquí y que forman parte hoy de nuestra cocina más tradicional. Pensemos en las alubias, las patatas, el cacao… tantas cosas que hoy forman arte de nuestro imaginario culinario. Sobre todo ante el horizonte más próximo de un mundo muy comunicado y en el que el intercambio de conocimiento es ágil y la despensa para nuestros restaurante es prácticamente global.
Una experiencia altamente enriquecedora, que culminamos impartiendo otros talleres de cocina y pastelería en el Hotel Poblado Plaza de Medellín, uno de los más lujosos de la ciudad, para su propia plantilla y que cerramos con una comida con lo mejor de nuestra cocina de Boroa.
Hemos regresado felices de la receptividad de los alumnos y plantilla del hotel, sus predisposición, sus ganas por aprender nuestra versión de la cocina, las técnicas que utilizamos y la filosofía que rige la linea de Boroa.
Más felices aun del trato recibido y de todo aquello que hemos aprendido de la experiencia. Siendo conscientes de que lo más importante de estos días en Colombia ha sido el intercambio de conocimiento y la experiencia humana.
Por todo ello y porque vamos a intensificar esa relación que nos une, tenemos también que agradecer a todos los que nos atendieron y a los que compartieron talleres con nosotros, pero especialmente a Carmen Adriana Agudello Avendaño, que hizo posible que todo esto sucediera; al Rector Bernardo Arteaga Velázquez y al Decano Wilmar Mauricio Sepúlveda; a Luz Elena Naranjo Ocampo y a Tatiana Gómez Vidales, responsables de la Escuela y que pusieron todos sus medios a nuestra disposición; a Guillermo Iraola, responsable del Área Gastronómica del Congreso; a Piedad Salazar, Gerente, Álvaro Martínez Villamiza, Jefe de Compras y Bebidas, y Gabriel Rodríguez, Jefe de Cocina del Hotel Poblado Plaza; a los chicos del economato Duan, Mónica y Marcela; a nuestros ayudantes en cocina Anderson y las tres Isabeles; y a todos los alumnos de la escuela y plantilla del hotel por su atención, su participación y por hacer la experiencia más intensa.