En la entrada de hoy vamos a echar una mirada al pasado para hablar de los alimentos que la gente ha comido en Euskadi a lo largo de su historia. Comenzaremos antes de la llegada a América y nos centraremos en la enorme evolución que se produjo durante el siglo XX.
Buen hacer y respeto a la materia prima
Fueron las amas de casa o etxekoandre las que conservaron el respeto a la materia primera, que es seña indiscutible de nuestra gastronomía, además de ese buen hacer que se consigue con dedicación y mimo.
Estas mujeres fueron las primeras pioneras de la cocina fusión y se encargaron de combinar los ingredientes tradicionales de toda la vida con los nuevos alimentos que llegaban de fuera.
En el siglo XV la alimentación se basaba en habas, castañas, mijos y bellotas. También los productos de la pesca en las zonas costeras y, dependiendo de la posición económica, algo de carne, huevos o leche.
A partir del descubrimiento del “Nuevo Mundo” se introdujeron una serie de alimentos que en la actualidad podríamos considerar nuestros, tales como las patatas, el tomate, el maíz, las alubias o el cacao.
¿Qué se comía en los hogares vascos a comienzos del siglo pasado?
Avancemos en el tiempo.
A principios del siglo XX una familia vasca común empezaba el día con un desayuno compuesto por leche de vaca (aunque en ocasiones se sustituía por vino caliente) y talo preparado con pan de trigo o harina de maíz.
El almuerzo consistía en un caldo en el cual se mojaba pan, un puñado de alubias y con suerte algún pedazo de carne o tocino.
También se comían otras legumbres, algo de pescado y postres elaborados con frutas, nueces o miel si el bolsillo acompañaba.
La cena era mucho más ligera, normalmente a partir de patatas y verduras cocidas y un tazón de leche.
Cuando llegaba el invierno era habitual asar castañas en una olla, preparar quesos y disponer de algún fiambre para hacer frente a las bajas temperaturas.
Por su parte, las clases altas tenían un gusto culinario completamente diferente. La burguesía y aristocracia de barrios como Neguri o Las Arenas tenía casi siempre su propia cocinera, con una enorme influencia de la cocina inglesa o alemana, que era el país de origen de los ingenieros que llegaron para trabajar en los astilleros y altos hornos de la zona.
En los restaurantes caros se servían platos más sofisticados, como por ejemplo bacalao a la vizcaína, merluza en salsa, solomillo y todo tipo de tartas para el postre. Y por su parte, los locales más modestos se conformaban con servir sopas, purrusaldas, alubias, carne con tomate o sardinas.
En cualquier caso, durante la Cuaresma y Semana Santa la carne desaparecía por completo de la mesa, una tradición que se perpetuó durante décadas y que aún todavía persiste en algunos hogares vascos. Su presencia era sustituida por el pescado, sobre todo el bacalao que se aprendió a preparar de mil maneras distintas, aunque también el abadejo y en las casas adineradas otras variedades como la merluza.