Donde comer los mejores petit fours

No exageramos cuando decimos que los Petit Four son obras de arte gastronómicas en miniatura. Te enamorarán a simple vista y cuando los tengas en tu boca te derretirás de placer. Como su popularidad ha aumentado en los últimos tiempos, los reposteros se afanan en crear recetas cada vez más deliciosas y decoraciones más complejas.

Los Petit Four han abandonado su hábitat anterior, que eran los servicios de catering, para entrar de lleno en el mundo de la alta cocina. Debido a su gran variedad de texturas, sabores y formas, suponen un cierre perfecto para cualquier comida o celebración que se precie. ¿Sus mejores aliados? Una taza de café, té o incluso una copa de vino dulce.

Si quieres probar los auténticos Petit Four en un ambiente sin igual, te animamos a que vengas a Boroa. Nuestro restaurante está situado en un caserío del siglo XV completamente restaurado. Y en la terraza podrás disfrutar de la vista de robles centenarios. Un lugar muy especial para pasar una velada inolvidable en compañía de tus seres queridos.

 

Los Petit Fours son unas delicadas preparaciones de pastelería pensadas para comer de un solo bocado. Al principio, estaban formados por bombones, pastas secas o frutas. Aunque en los últimos años han evolucionado hasta convertirse en auténticas obras de arte. Y existen muchos tipos distintos. Pudiéndose confeccionar con bizcocho, macarons o masa de hojaldre. Tanto dulces como salados. Fríos o calientes.

¿Te ha entrado hambre ya? ¡Pues espera un poco! En la entrada de hoy vamos a hablar de los Petit Fours. Conoceremos su origen, las principales variedades y el mejor lugar donde puedes probarlos como se merecen. ¡Comenzamos!

Breve historia

Las primeras referencias a los Petit Fours se encuentran en Francia a mediados del siglo XVIII. En esta época las pastelerías tenían hornos de obra. Y como estos dulces eran tan suaves y pequeños, había que tener mucho cuidado para cocinarlos. De hecho, su nombre viene de la expresión “à petitfour”, que podríamos traducir como a horno pequeño.

Cuando acababa la jornada y se apagaban los hornos, el calor residual era aprovechado para confeccionar estos postres. Ya que además de proporcionar la temperatura óptima evitaba que se quemaran por accidente. En poco tiempo se extendieron a otros países de Europa. Y en la actualidad son muy famosos en todo el mundo, conociéndose en algunas partes de Latinoamérica como masitas.

Tipos de Petit Four

Durante el Renacimiento los Petir Four habituales eran los mazapanes, bombones, peladillas y frutas confitadas. Hoy en día, podemos dividirlos en frescos, salados, secos y blandos.

Los frescos son los más habituales y también los más grandes. Están hechos con pasta choux, barquillos o duquesas con distintos glaseados. Montados encima de una base de bizcocho muy suave. Los puedes encontrar rellenos de crema pastelera, emborrachados con licor o rellenos de trocitos de almendra y chocolate.

Los Petit Four blandos usan bizcocho con almendras o avellanas. Los salados están elaborados de hojaldre y rellenos de distintos ingredientes, como jamón, queso, foie o salmón. Y por último, vamos a mencionar los Petit Four secos, que suelen ser galletas o pasteles para acompañar los sorbetes y cremas heladas. Un buen ejemplo son los macarons.